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Tu comida es mi veneno

  • Foto del escritor: Mariana Ginsburg
    Mariana Ginsburg
  • 23 ene 2014
  • 2 Min. de lectura

Miércoles 5:30 am desperté llena de moco, tos e inflamación de garganta. ¡Claro! El martes comí queso burrata con mi ensalada. Cada vez que como queso me lleno de moco. Se me tapa la nariz. Despierto al siguiente día como si me hubiera fumado una cajetilla de Marlboro rojos (cosa que sí hice alguna vez pero afortunadamente ya no hago.


De vez en cuando acepto que eso le pasa a mi cuerpo cuando tomo lácteos y me echo una queca con huitlacoche, pero honestamente trato de no hacerlo. En mi caso (como en el de muchos) produce una cosa que se llama “inflamación silenciosa” igual que muchos otros alimentos y pues, prefiero no hacerlo.

¿Cómo me di cuenta? Escuchando a mi cuerpo.


Corte A… Mi esposo puede comer queso con singular alegría. Queso fresco, queso de cabra, queso manchego, queso gruyere… y no le pasa absolutamente nada. ¡Nada! También escuchó a su cuerpo para darse cuenta si le hace bien o mal y resulta que él tiene un tipo de sangre que lo hace tolerar mejor los lácteos que al mío. Qué envidia, pero qué bueno saber que los lácteos en mi cuerpo inflaman y que me lleno de moco y que ponen al sistema inmune a trabajar a 8,000 y por consecuencia me enfermo. Ahora entiendo por qué viví 2 años enferma cuando trabajaba en una escuela en México. Vivía a base de yogurt.



Igualito que eso, pasa con todos los alimentos. Mientras algo te inflama a ti, a mi no me hace ni cosquillas. Tal vez tú tienes un desbalance hormonal que hace que la soya lo empeore y a tu prima no le pasa nada al comerla.


No hay laboratorio médico que te diga exactamente cómo responde cada una de las moléculas de lo que comes dentro de tu cuerpo. Pero sí hay laboratorio que te indica cuándo algo que comes (que hasta parece saludable) a ti te hace daño y ese laboratorio es tu cuerpo. Aprende a escucharlo. A veces él es más sabio y más inteligente que tú y a veces (sobretodo si te estás sanando de alguna enfermedad particular) es importante que conozcas qué alimentos mejoran o empeoran tu condición. Por ejemplo, comer plátanos y miel para un diabético puede ser lo peor o comer alimentos con gluten en el caso de alguien que desarrolló Esclerosis Múltiple por una sensibilidad o alergia al gluten de mucho tiempo, puede detonar una crisis. Muchísimas enfermedades están asociadas a nuestra incapacidad de escuchar al cuerpo, de ponerle atención a sus antojos, su energía, su cansancio, la piel, sueño… ¿En qué momento dejamos de creer que el cuerpo es perfecto y sabe lo que necesita y en lugar de eso, empezamos a escuchar a los anuncios mientras vemos la telenovela de las 8:00 que dicen que comamos cereal “fortificado”? Así nos enfermamos. Por eso, te invito a escuchar al cuerpo y a saber que mi comida puede ser tu veneno y viceversa. Esto puede sacarte de muchos problemas médicos.



 
 
 

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